La llegada del invierno supone para muchos de nosotros tener los pies fríos por las noches. No hay peor sensación que irse a dormir con este malestar, incluso a veces es imposible conciliar el sueño por culpa de la helor.

Hace un par de años, sentí la curiosidad e intenté encontrar el porqué me sucedía esto. Finalmente me di cuenta de que era a causa de la poca movilidad que tenía mi organismo después de cenar. Normalmente, solemos ver la televisión o permanecer sentados y estas acciones implican un menor trabajo muscular que se traduce en una menor circulación sanguínea por las extremidades. La sangre, como todo el mundo sabe, es un líquido termorregulador y al circular en menor cantidad, rebaja ligeramente la temperatura de las extremidades para mantener la de los órganos principales del cuerpo. Este hecho explica por qué los vasos sanguíneos de los pies se estrechan y como resultado se vuelven fríos y morados.

Una vez supe la causa de la helor, empecé a buscar alimentos naturales que la pudiesen combatir. Fue entonces cuando me topé con el jengibre y a partir de entonces ya no paro de consumirlo.

El jengibre en raíz o en polvo, es un magnífico estimulador de la circulación de la sangre. Cuando el líquido termorregulador, no posee la energía suficiente suministrada por los músculos para poder circular, el jengibre aporta esa energía calorífica que falta y la sangre puede volver expandirse por todo el cuerpo con normalidad.

Bajo mi punto de vista, la forma más rápida de consumirlo es en polvo ya que se puede agregar fácilmente a sopas, bebidas o lácteos. Además, este tipo de formato se puede encontrar fácilmente en la sección de especias de los supermercados.

Espero que hayáis aprendido una cosa nueva con esta entrada. Si volvéis a pasar frío por las noches, ¡es porque queréis!